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La Fidelidad Inmutable de Dios

Carlos Ospinal

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"LA FIDELIDAD INMUTABLE DE DIOS"

Ver Video en: https://www.youtube.com/@LaGranComisiónLGC

INTRODUCCIÓN:

Todos, en algún momento de nuestra vida, enfrentamos situaciones que nos sumen en la angustia. Hay días en los que parece que el mundo se nos viene abajo: una enfermedad inesperada, la pérdida de un ser querido, una traición que no vimos venir, un matrimonio al borde del colapso, una bancarrota financiera, o incluso una batalla interior contra la culpa por errores que hemos cometido. Nos sentimos como en un callejón sin salida, sin saber hacia dónde correr, y sin fuerzas para seguir.

En esos momentos oscuros, todo parece perdido. Las puertas se cierran, las oraciones parecen no tener respuesta, y el corazón se llena de desesperanza. ¿Qué hacer cuando ya no hay más recursos? ¿A dónde mirar cuando todo lo que nos rodea son ruinas?

Es allí, en medio de la desesperación, que miramos al cielo y recordamos las palabras del profeta Jeremías:

22b….. nunca decaen sus misericordias. 23 Nuevas son cada mañana… (Lamentaciones 3:22-23)

Estas palabras no nacen desde la comodidad, sino desde el dolor. Jeremías las escribió mientras caminaba por las ruinas de Jerusalén, una ciudad destruida, un templo incendiado, y un pueblo llevado al exilio. Habían sido derrotados por sus propios errores, desobediencias y rebeliones. Sin embargo, aún allí, entre lágrimas y escombros, Jeremías encontró una chispa de esperanza: Dios no ha cambiado. Su fidelidad permanece. Sus misericordias no se agotan.

Y ese mismo Dios está con nosotros hoy. Aunque estemos enfrentando las consecuencias de decisiones equivocadas o pruebas que no entendemos, Dios sigue extendiendo su mano. Porque Él es un Dios cuya fidelidad es inmutable. En Él siempre hay esperanza. Aun cuando todo parece perdido… Él sigue siendo nuestra porción y nuestra salvación.

Hoy hablaremos sobre LA FIDELIDAD INMUTABLE DE DIOS (En otras Palabras La Fidelidad de Dios que Nunca Cambia).

DESARROLLO:

Leamos en contexto del escrito de Jeremías en el capítulo 3 de Lamentaciones desde el verso 21 al 24,

21 Esto haré volver a mi corazón, por lo cual tendré esperanza. 22 Por la bondad del SEÑOR es que no somos consumidos, porque nunca decaen sus misericordias. 23 Nuevas son cada mañana… grande es tu fidelidad. 24“El SEÑOR es mi porción”, ha dicho mi alma; por eso, en él esperaré”.

Quien escribe estas palabras, fue el profeta Jeremías. Un hombre escogido por Dios desde antes de nacer (Jeremías 1:5), nacido en Anatot, una ciudad de sacerdotes en la tribu de Benjamín. Su ministerio profético se desarrolló durante uno de los períodos más oscuros de Judá, comenzando en el año 627 a.C., bajo el reinado del rey Josías, un monarca piadoso que promovió una reforma espiritual en el reino. Jeremías continuó profetizando durante los reinados de los siguientes reyes: Joacáz, Joacím, Joaquín y Sedequías, hasta la caída final de Jerusalén en el año 586 a.C. frente al imperio babilónico.

Cuando el profeta Jeremías escribe el libro de Lamentaciones, no lo hace desde la comodidad ni desde el triunfo, sino desde el más profundo quebranto.
Su ciudad —Jerusalén— ha sido destruida, el templo de Dios ha sido reducido a cenizas, y su pueblo ha sido llevado cautivo por un imperio pagano. Lo que alguna vez fue una nación poderosa bajo David y Salomón, ahora yace en ruinas.

¿Qué sucedió? — El Contexto Histórico

El pecado del pueblo de Judá

Durante siglos, Dios había advertido a Israel y Judá a través de los profetas: "Vuélvanse de sus malos caminos, arrepiéntanse, y Yo los restauraré".
Pero el pueblo, especialmente en el reino del sur (Judá), persistió en la idolatría, en la injusticia social, en la hipocresía religiosa, y en rechazar la Palabra de Dios.

  • Adoraban a dioses falsos como Baal y Astarté.

  • Había corrupción en los líderes y en el sacerdocio.

  • El culto en el templo se volvió un ritual vacío.

El juicio llegó por medio de Babilonia

En el año 586 a.C., durante el reinado de Nabucodonosor II, el poderoso Imperio Babilónico sitió y finalmente conquistó Jerusalén. Fue la tercera y más devastadora invasión:

  • Las murallas de la ciudad fueron derribadas.

  • El templo de Salomón fue incendiado y saqueado.

  • Los objetos sagrados fueron llevados a Babilonia.

  • Miles de personas fueron deportadas como esclavos.

  • Muchos murieron por      espada, hambre o enfermedad.

Esto no fue un simple conflicto político, sino un juicio divino anunciado con lágrimas por Jeremías, el “profeta de los lamentos”.
Dios había advertido: si persistían en la rebelión, permitiría que sus enemigos los disciplinaran.

Revisemos cada una de las palabras de Jeremías en medio de todo su dolor, y como se aplica a nosotros hoy..

I. La Fidelidad de Dios No Se Basa en Nuestros Méritos (v.21-22)

21 Esto haré volver a mi corazón (NTV:Cuando recuerdo lo siguiente), por lo cual tendré esperanza. 22 Por la bondad del SEÑOR es que no somos consumidos, porque nunca decaen sus misericordias.

La situación emocional y espiritual

En ese escenario desolador del momento en el reino de Juda, Jeremías camina por calles llenas de cenizas, niños hambrientos, ancianos derribados, y templos destruidos. Todo parece perdido… excepto una cosa: la fidelidad de Dios.

En el contexto de todo e capítulo 3 del libro de Lamentaciones, expresa un dolor profundamente humano — Jeremías escribe estas palabras desde lo más profundo del dolor: Jerusalén ha sido destruida, el templo incendiado, el pueblo deportado que lo lleva a expresar en el v20: “mi alma está abatida”— pero luego recuerda quién es Dios. Y esa memoria espiritual le da esperanza.

Jeremías nos recuerda en los versos 21 al 22 que los pecados del pueblo no cambiaron el amor de Dios. Ellos habían fallado gravemente, pero Dios no los había destruido por completo.

La esperanza de Jeremías no estaba basada en las circunstancias, sino en el carácter inmutable de Dios. Él nos enseña que, aun cuando todo se derrumba a nuestro alrededor, recordar quién es Dios puede renovar nuestro corazón.

Y en medio de ese mensaje de esperanza, su mensaje fue constante: un llamado al arrepentimiento, a abandonar la idolatría y a volver al pacto con Dios. Y a pesar de enfrentar rechazo, persecución, encarcelamiento y dolor, Jeremías permaneció fiel a su llamado, siendo un portavoz apasionado del juicio inminente, pero también del consuelo y la restauración futura de su pueblo.

Esto nos lleva a concluir que….

  • La fidelidad de Dios no depende de nuestras obras, sino de su      carácter santo y constante.

  • La fe del profeta está fundamentada en una memoria espiritual: él      recuerda lo que Dios ha prometido y eso levanta su caído semblante y lo llena de esperanza.

Conexión Con El Presente

¿No es esa también nuestra lucha hoy? Cuando vemos ruinas en nuestras familias, cuando enfrentamos derrotas, cuando los muros de protección parecen caer… es allí donde debemos recordar lo que nunca cambia: Dios sigue siendo fiel: SU FIDELIDAD ES INMUTABLE.

Aplicación: Quizás tú has fallado, tu familia ha caído en crisis, tu alma está cansada. Pero si vuelves a mirar al Señor, Él no ha cambiado.

Dile a la persona de lado:

No importa la circunstancia que nos llevando a sufrir una tragedia o calamidad, a causa de nuestra infidelidad a Dios, el permanece fiel!.

II. Las Misericordias de Dios Son Inagotables y Renovadas (v.22-23)

22porque nunca decaen sus misericordias. 23 Nuevas son cada mañana;”

Cuando Jeremías dice: “Porque nunca decaen sus misericordias. Nuevas son cada mañana”, está declarando una verdad extraordinaria: Dios nunca se cansa de amarnos ni de ofrecernos una nueva oportunidad. Aunque el pueblo de Judá había fallado gravemente, rebelándose contra Dios y sufriendo las consecuencias de su pecado, Jeremías reconoce que si aún estaban vivos, era por pura misericordia divina. En nuestra vida cotidiana, también fallamos: cuando perdemos el control y hablamos con ira, cuando actuamos con egoísmo, cuando descuidamos nuestra vida espiritual, o tomamos decisiones que afectan negativamente a nuestra familia. En esos momentos, podríamos pensar que ya no merecemos nada de Dios, pero este versículo nos recuerda que la misericordia de Dios no se agota por nuestros fracasos. Cada nuevo amanecer es una señal de que Dios sigue apostando por nosotros.

Jeremías descubre que Dios no solo fue misericordioso en el pasado, ¡sino que sigue siéndolo cada día! Dios no se agota de perdonarnos, no se cansa de esperarnos, no retira su mano de gracia.

La frase “nuevas son cada mañana” nos invita a vivir cada día con esperanza renovada. A pesar de lo que hiciste ayer, hoy es un nuevo comienzo. Dios no recicla misericordia antigua, sino que derrama sobre nosotros misericordia fresca cada día.

Aplicación: Cada día que despiertas, hay una dosis nueva de compasión divina. ¡Eso es motivo suficiente para confiar y volver a empezar!

Por ejemplo, una madre que ha perdido la paciencia con sus hijos y se siente mal por ello, puede mirar al cielo al despertar y decir: “Gracias, Señor, por esta nueva oportunidad de ser mejor madre hoy”. Un joven que se ha apartado de Dios y siente vergüenza por su pasado puede recordar que esta mañana trae una nueva invitación del Padre: “Ven a casa, aún te amo”. Así, Jeremías nos muestra que mientras el sol siga saliendo, la gracia de Dios también lo hará, y eso significa que no importa cuán oscuro haya sido el día anterior, siempre hay esperanza de restauración.

Esta verdad es fundamental para no caer en la desesperación. Jeremías no niega el dolor, ni justifica los errores de su pueblo, pero se aferra a algo más grande: el carácter de Dios. Él sabía que aunque las consecuencias eran reales, el amor de Dios seguía en pie. Y esa es también nuestra ancla hoy. Cuando todo nos falla, cuando fallamos a los demás o a nosotros mismos, cuando la culpa nos atormenta… recordemos que las misericordias del Señor son constantes, inagotables y frescas cada mañana. Eso es lo que sostiene nuestra fe, y lo que enciende una nueva esperanza.

III. Grande es Tu Fidelidad (v.23-24)

“Grande es tu fidelidad. “El SEÑOR es mi porción (NTV: mi herencia)”, ha dicho mi alma; “por eso, en él esperaré”.

Esta es la cumbre del texto: Jeremías proclama con convicción que Dios es suficiente.
Cuando Jeremías proclama: “Grande es tu fidelidad”, está afirmando que, a pesar del dolor, la destrucción de su ciudad, y el juicio que estaban experimentando, Dios no había dejado de ser fiel. Y aunque ha perdido todo: su ciudad, su templo, su nación… no ha perdido a Dios.

La fidelidad de Dios no depende de nuestras emociones ni de nuestras circunstancias. Es una fidelidad que permanece firme cuando todo lo demás se desmorona. En la vida real, enfrentamos momentos de frustración: cuando una promesa humana se rompe, cuando el empleo se pierde de un día para otro, cuando un ser querido nos falla, o cuando las oraciones parecen no tener respuesta. En medio de esos momentos, el corazón puede tambalearse. Pero Jeremías nos enseña que aunque todo lo demás se pierda, la fidelidad de Dios es tan grande que sigue sosteniéndonos, incluso cuando no lo entendemos. Él no abandona, no cambia, y siempre cumple su palabra.

La frase “El SEÑOR es mi porción” (o "mi herencia") tiene una riqueza espiritual profunda. En tiempos del Antiguo Testamento, la herencia o porción de una persona era la tierra que le correspondía por derecho, su sustento, su futuro asegurado. Jeremías, al ver su nación en ruinas, sin tierra ni templo, declara: “Aunque lo material me haya sido quitado, el Señor sigue siendo mi herencia”. En otras palabras: “Si lo tengo a Él, lo tengo todo”. En la práctica, esto nos habla a nosotros hoy cuando enfrentamos pérdidas: una familia rota, un negocio que se viene abajo, sueños que no se concretan. Si el Señor es nuestra porción, entonces nuestra esperanza no se limita a lo que poseemos, sino a quién nos sostiene. Por eso, Jeremías dice: “En Él esperaré”. No porque todo esté bien, sino porque sabe que su futuro está seguro en las manos de un Dios fiel.

Esta declaración final: “En Él esperaré”, es una decisión de fe. Es mirar al cielo y decir: “No entiendo lo que está pasando, pero confío en Ti”. Es lo que hace una madre que sigue orando por su hijo rebelde, aunque no vea cambios. Es lo que hace un hombre que ha perdido todo, pero cada mañana se arrodilla para decir: “Tú sigues siendo mi porción”. Es lo que hace un creyente que ha caído, pero se levanta cada día confiando en que la fidelidad de Dios es más grande que su pecado. Esta esperanza no es pasiva: es una esperanza viva, que se sostiene en la certeza de que Dios es suficiente, y que su fidelidad no tiene fin.

Reflexión: Puede que hoy te sientas en ruinas: un hogar roto, un sueño apagado, una promesa fallida. Puedes proclamar a viva voz:

  • “El Señor Es MI Porción (Mi herencia)” = Él es mi herencia, mi tesoro, mi seguridad. ¡Y Él es fiel para restaurar!

  • La fidelidad de Dios no es pequeña, es grande, firme, eterna.

CONCLUSIÓN:

1. Recordar las promesas de Dios restaura nuestra esperanza

21 cuando recuerdo  que …22 ¡El fiel amor del Señor nunca se acaba!  por lo tanto, ¡esperaré en él!». (v.21, 22,24).

Cuando enfrentamos momentos difíciles, lo que pensamos y recordamos en nuestro corazón marca la diferencia. Jeremías no negó el dolor, pero eligió recordar las promesas del Señor, y eso lo sostuvo.

Acuérdate de la promesa dada a tu siervo en la cual me has hecho esperar.” (Salmo 119:49)

Aplicación: Cuando sientas que tu fe se debilita, vuelve a meditar en lo que Dios ya ha dicho. Memoriza sus promesas, y deja que ellas renueven tu perspectiva.

2. Las misericordias de Dios son inagotables y disponibles cada día

22Por la bondad del SEÑOR es que no somos consumidos, porque nunca decaen sus misericordias. 23 Nuevas son cada mañana…” (v.22-23a)

Aun cuando sufrimos por nuestros errores o estamos en crisis, la misericordia de Dios no se agota ni se retrasa. Cada nuevo día es una oportunidad para experimentar su gracia.

Clemente y compasivo es el SEÑOR, lento para la ira y grande en misericordia.” (Salmo 145:8)

9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. …” (1 Juan 1:9)

No vivas atrapado en la culpa del ayer. Hoy, Dios te ofrece una nueva porción de misericordia. ¡Levántate!

3. La fidelidad de Dios es más grande que nuestras circunstancias

“Grande es tu fidelidad.” (v.23b)

En medio de ruinas, Jeremías no se aferra a lo que perdió, sino a lo que permanece: la fidelidad de Dios. Esa fidelidad no cambia con el tiempo, ni con nuestras emociones, ni con las crisis.

somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo..” (2 Timoteo 2:13)
24 Fiel es el que los llama, quien también lo logrará.” (1 Tesalonicenses 5:24)

Aplicación: Confía en que Dios sigue obrando aunque no veas resultados inmediatos. Su fidelidad es tu ancla.

4. Cuando Dios es tu porción, siempre tendrás esperanza

El SEÑOR es mi porción”, ha dicho mi alma; “por eso, en él esperaré”. (v.24)

Jeremías perdió todo, pero no perdió su confianza. Al declarar que el Señor es su “porción”, está diciendo: “Dios es suficiente para mí”. Cuando ponemos nuestra esperanza en Dios y no en lo material, tenemos seguridad duradera.

¿A quién tengo yo en los cielos? Aparte de ti nada deseo en la tierra.” (Salmo 73:25)
7 “Bendito el hombre que confía en el SEÑOR, y cuya confianza es el SEÑOR. (Jeremías 17:7)

Aplicación: Aun si todo lo demás falla, si tienes a Dios, no has perdido lo más importante. Espera en Él con confianza.

Versículo para declarar:

22b, porque nunca decaen sus misericordias. 23 Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Lamentaciones 3:22b-23

MINISTRACION:

Con todos de pie… en silencio… y con los ojos cerrados…
Permítele al Espíritu Santo hablar a tu corazón en este momento.

Ahora, reflexiona conmigo…

1. Tal vez has fracasado en tu matrimonio...
Te esforzaste, pero hoy ves heridas, distanciamiento, frialdad… y piensas que ya no hay esperanza.

Pero recuerda: “Nuevas son cada mañana sus misericordias.” Dios aún puede restaurar lo que el hombre ha destruido.

2. Tal vez perdiste tu empleo o tu negocio se vino abajo...
Has tomado decisiones que hoy lamentas. Te preguntas si podrás volver a empezar.
Pero el Señor te dice: “Yo soy tu herencia (tu porción)… por tanto, en mí esperarás.”
Él es tu sustento. Él puede abrir nuevas puertas.

3. Quizás batallas con una enfermedad… y has perdido las fuerzas.
El diagnóstico es duro, el proceso largo, y el temor te quiere vencer.
Pero hoy Dios te recuerda: “Grande es mi fidelidad.” Él no te ha soltado ni un solo día. No lo hará ahora.

4. Quizás vives con la culpa de una mala decisión del pasado...
Sientes que ya no mereces nada, que fallaste demasiado.
Pero Jeremías te dice: “Esto recapacitaré en mi corazón… por eso, esperaré.”
Hoy es un buen día para comenzar otra vez. Dios no te ha descartado.

5. Tal vez te has alejado de Dios...
Te dejaste arrastrar por el pecado o por la rutina espiritual. Pero si estás aquí, es porque su misericordia no te soltó. Hoy puedes volver a casa… y Él te recibirá con brazos abiertos.

6. Tal vez has perdido a alguien que amas…
Y el dolor es tan profundo que ya no encuentras sentido a nada. Pero aun en medio del luto, Jeremías nos recuerda:
“Por la misericordia del Seño no hemos sido consumidos.” Dios está contigo. Te consolará. Te levantará.

7. O tal vez simplemente has perdido la esperanza…
Te has rendido por dentro, aunque sonríes por fuera. Hoy es el momento de abrir tu corazón al Dios que nunca cambia. Levanta tu alma al cielo, y dile como Jeremías:
“Señor, Tú eres mi porción… por eso, en Ti esperaré.”

Ahora… abre tus ojos. Y sal de este lugar con la cabeza en alto, no porque todo haya cambiado aún, sino porque tú has recordado que Dios no cambia.
Sus misericordias están frescas esta mañana. Su fidelidad permanece firme.
Y su mano está extendida sobre ti.

¡No estás vencido! ¡Tienes esperanza! ¡Dios está contigo!.

Canto: Tu Fidelidad: https://youtu.be/b1u5pe3yVnw

ORACIÓN FINAL:

Amantísimo Padre, gracias porque aunque a veces no te vemos, tú sigues presente. Gracias porque tu fidelidad no cambia con nuestras circunstancias. Hoy elegimos recordar tus promesas y renovar nuestra esperanza en Ti. Aunque las ruinas nos rodeen, declaramos: Tú eres nuestra herencia. Eres nuestra porción. Confiamos en tu fidelidad eterna. En Cristo Jesus, Amén.

Predicado por: Carlos Ospinal (Junio 8 2025)

© 2020 by UMC Ministries

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